Son muy conocidos hoy los efectos benéficos del ejercicio físico sobre la salud cardiovascular (ver aquí). Pero mucho menos se habla de la vinculación que tiene con el proceso de deterioro cognitivo de la edad.
Una investigación llevada a cabo en Suecia y publicada recientemente en la revista Neurology [1], ha puesto de manifiesto que mujeres que tenían elevado nivel de entrenamiento en la vida media, varias décadas después tuvieron una impresionante reducción del riesgo de padecer demencia de casi 90%. Es más, las pocas mujeres que finalmente sufrieron demencia, comenzaron con los síntomas 10 años más tarde que las que tenido tiempo atrás habían un estado físico pobre.
Un grupo de 191 mujeres de entre 38 y 60 años fueron enroladas en 1968, midiéndoseles en ese momento su capacidad aeróbica. Luego de un seguimiento de hasta 44 años, el resultado fue que mientras desarrollaron demencia de cualquier tipo el 32% de las mujeres con baja capacidad aeróbica, lo hicieron el 25% de aquellas con capacidad media y sólo el 5% de las que tenían alta grado de entrenamiento.
Esta correlación entre el riesgo de padecer demencia y el estado físico ya había sido observada antes. Una investigación mostró 36% menos casos de demencia en aquellos que varias décadas antes habían tenido el máximo nivel de entrenamiento, en una muestra de casi 20.000 adultos de ambos sexos. [2] En otra, el pobre estado físico se asoció con un 50% de aumento de riesgo de tener demencia. [3]
Otra investigación correlacionó un pobre estado físico en el momento de hacer servicio militar con un riesgo casi triplicado de sufrir demencia a edad temprana. [4]
Si bien a esta altura del conocimiento no se puede hablar de una relación causal, es decir, que no se puede afirmar con certeza que sea el ejercicio físico el que previene la demencia, estas correlacciones mencionadas más arriba resultan muy sugestivas.
Esta información es muy relevante, en un momento en que en la Argentina casi el 20% de la población tiene más de 60 años. [5] El temor al déficit cognitivo lleva a muchos pacientes a consultar acerca de qué pueden hacer para prevenirlo. La respuesta es: más ejercicio físico. El segundo mensaje es, observar una vez más, que en la vida las consecuencias de lo que uno hace hoy pueden ponerse en evidencia décadas más tarde.
Referencias
- Hörder H, Johansson L, Guo X, Grimby G, Kern S, Östling S, et al. Midlife cardiovascular fitness and dementia: A 44-year longitudinal population study in women. 14 de marzo de 2018. http://n.neurology.org/content/early/2018/03/14/WNL.0000000000005290
- DeFina LF, Willis BL, Radford NB, Gao A, Leonard D, Haskell WL, et al. The Association Between Midlife Cardiorespiratory Fitness Levels and Later-Life Dementia. Ann Intern Med. 5 de febrero de 2013;158(3):162-8. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3926646/
- Kulmala J, Solomon A, Kåreholt I, Ngandu T, Rantanen T, Laatikainen T, et al. Association between mid- to late life physical fitness and dementia: evidence from the CAIDE study. J Intern Med. septiembre de 2014;276(3):296-307. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24444031
- Nyberg J, Åberg MAI, Schiöler L, Nilsson M, Wallin A, Torén K, et al. Cardiovascular and cognitive fitness at age 18 and risk of early-onset dementia. mayo de 2014;137(Pt 5):1514-23. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24604561
- https://drive.google.com/file/d/0BxCBD5ri9y9UeFV1TlhxNElEcDA/view
Muy interesante!Porque no lo publica por Facebook así lo puedo compartir Saludos Cinthia
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